Ferré y su Revolución

Antes de sentarme a escribir este artículo he buscado la mejor etiqueta para esta, la más reciente novela de Juan Francisco Ferré, Revolución. Y he decidido que ponerle una etiqueta era prescindir de otras y, por lo tanto, empobrecer lo que quiero contaros. Podría ser una novela de ciencia ficción donde aparecen Inteligencias Artificiales futuras, o una proyección sociológica del presente dentro de veinte años, o al revés, porque aquí la realidad es ambigua y el futuro es quizá más presente que este mismo instante en el que lees estas palabras. Una transfiguración de la actual sociedad de las apariencias en la sociedad de lo banal. Podría ser una novela distinta a la que yo he leído, porque tiene muchas caras y, sin duda, cada lector pondrá el foco en alguna de ellas.


Revolución de Juan Francisco Ferré

Como digo, la novela transcurre unos veinte años en el futuro, en el que Gabriel Espinosa, un profesor de filosofía en excedencia, dedica su tiempo a indagar en el deseo femenino. Algo que parece obsesionarle. Vive con su mujer, Ariana, y sus tres hijos. Dos gemelos (Sofía y Pablo) y otro hijo adoptado, Anibal, que es superdotado.
Ferré nos introduce en un mundo de imágenes potentes, como la de un erizo cuya lenta muerte es transmitida por Internet, pero también en un mundo de símbolos atávicos que aparecen dibujados en piedras o referencias al dios (o diosa) Abraxas del Demian de Hermann Hesse: el que une el cielo y el infierno, lo masculino con lo femenino, el bien y el mal.
Para Ferré, el futuro de las relaciones es más abierto, con menos ataduras. El concepto de fidelidad ha evolucionado y tanto Ariana como Gabriel aceptan con absoluta normalidad ser una pareja abierta. A pesar de todo, el matrimonio sigue siendo refugio de la unidad familiar. El sexo está muy presente, tanto que pudiera llegar a chocarnos tanta pasión en una pareja casada. ¿Quizá las relaciones extramatrimoniales mantienen la llama encendida? En todo caso me parece un ejercicio interesante sobre cómo podrían evolucionar las relaciones de pareja.
Otra cosa que me ha hecho reflexionar es el panorama que se encuentra Espinosa cuando llega a la la universidad. La mediocridad que exhiben sin complejos los profesores nos podrían llevar a sospechar, no ya sólo de las élites del conocimiento del futuro, también de las del presente. Y sin embargo, en ese entorno de mediocridad se ha creado a Madre, una mente artificial muy avanzada que llega a conclusiones que prefiero no desvelarte aquí. Desde la llegada de Espinosa a la universidad, vemos como Ferré juega a distorsionar la realidad desde una, a veces esquizofrénica, primera persona. Me ha gustado cómo los cimientos de lo real se deforman, evocando en mí las novelas de Philip K. Dick, como Fluyan mis lágrimas, dijo el policía. Ferré usa aquí también las drogas, como en Providence o El rey del juego para deformarlo todo. Para crear una realidad abstracta hecha de pinceladas de colores imposibles.
Pero la novela no es sólo un ejercicio de proyección especulativa sobre la sociedad del futuro o los peligros de la inteligencia artificial. Es también una novela que engancha, que te envuelve y cuya trama llega a tornarse detectivesca, introduciendo a Espinosa, cual Sportello en el Vicio Propio de Thomas Pynchon, en un mundo donde los entramados de poder y las élites hacen y deshacen a su antojo, cobrándose la vida de inocentes en rituales sacrificios humanos, si es necesario.
No quiero desvelarte nada de la trama, porque creo que es importante ir descubriéndola poco a poco. Recorriendo el camino que Ferré nos marca a través de los 33 días (capítulos) en los que ha configurado la novela. Abre tu mente y disfruta del viaje.

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