Los universos paralelos de Philip K. Dick

Voy a ponerme filosófico; lo siento. Además, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, voy a volver a hablaros de Philip K. Dick. Todo ello de nuevo a vueltas con la forma de retorcer la realidad que tenía este buen hombre (supongo que el LSD ayuda).
Si te pregunto por tu pasado, estarás razonablemente seguro de como aconteció (problemas de memoria aparte). La opinión común es que el pasado es inmutable, sucedió y ya. Pero si te pregunto por el futuro, a lo mejor ya no lo tienes tan claro. ¿El futuro es inmutable o lo podemos cambiar? ¿Y si el pasado es tan mutable como el futuro? No, no me he vuelto loco, al menos no más de lo habitual. En el siglo XVII, un tal Leibniz que seguro te sonará de algo, se planteó esta cuestión. Pues bien, Leibniz propuso la idea de que todas las posibilidades, todos los posibles universos, se dan de manera simultánea. Es decir, que todos los mundos posibles existen a la vez. Como decía el poeta francés Paul Éluard, "Hay otros mundos, pero están en este". Leibniz enfocó la idea desde un punto de vista más bien teológico. Para él, Dios, conocedor de todos los mundos (y del pasado y futuro de cada uno de ellos) había elegido el mejor de todos. Sin embargo, ya en el siglo XX hay filósofos que, prescindiendo de la idea de Dios, hablan de universos reales y concretos, universos paralelos sucediéndose a la vez. Uno de estos filósofos es David Lewis, que se pregunta si cada uno de nosotros sigue siendo la misma persona en cada una de estas realidades paralelas. ¿Es mi Yo, que estudió Informática, el mismo que estudió Filosofía? ¿Tiene sentido entonces, en un universo como el que nos describe Leibniz o Lewis, el concepto de Yo?
Como ves el tema no es nuevo, y se ha tratado en películas como Dos vidas en un instante, y también en la literatura, donde Dick es quizás el que con más maestría maneja este concepto de los mundos paralelos.
En El hombre en el castillo Dick plantea una ucronía muy interesante: la posibilidad de que el eje de la Alemania nazi hubiera ganado la segunda guerra mundial, así que estados Unidos está bajo el control de Alemania y Japón. En la novela de Dick existe un libro llamado La langosta se ha posado, que es a su vez una ucronía dentro de la ucronía en la que se cuenta la historia de qué hubiera pasado si los aliados hubieran ganado la guerra (esto sí que es rizar el rizo). Hay un momento en el libro en que un personaje importante, Nobusuke Tagomi, el Ministro de Comercio de los Estados del Pacífico, parece cruzar a la otra realidad, en la que los aliados han ganado la guerra. Ve como es la vida en el Estados Unidos que nosotros conocemos. Por lo tanto, logra cruzar de una de las realidades a la otra paralela. El final de la novela no es menos extraño, ya que otro de los personajes principales, Julianna, debe acabar con un gran dolor de cabeza cuando le sugieren que el verdadero universo no es el que ella habita sino el otro que se describe en el libro La langosta se ha posado, en el que los aliados han ganado la guerra (vamos, el nuestro). Como diría Leibniz, Julianna no vive en el universo que Dios eligió como el mejor, de entre todos los posibles.
En la novela Fluyan mis lágrimas dijo el policía, Dick vuelve a jugar con la idea de universos paralelos. Jason Taverner es un famoso artista que sale en televisión, con millones de seguidores. Tras un suceso violento Jason despierta sin ningún tipo de documentación y lo que es peor, nadie parece conocerlo. Es una persona totalmente anónima a la que no reconoce ni su propia pareja, y sin embargo, el resto del mundo sigue siendo el mismo que él habitaba anteriormente, ninguna otra cosa ha cambiado. Es decir, de nuevo juega con la idea de un personaje que cruza de una realidad a otra paralela. De hecho la cosa se pone interesante cuando uno de los personajes sí lo reconoce, merced a unas drogas, y poco a poco parece que ambas realidades (en la que Jason vivía antes y la actual) parecen fusionarse.
Hay más novelas y relatos (escribió bastantes) en los que juega con estas ideas, así que te animo a que las descubras por ti mismo. Si no has leído estas dos novelas te aconsejo que lo hagas, eso sí, siempre con la mente abierta, que es la mejor forma de disfrutar de Philip K. Dick.

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