La lógica en el sistema de pensamiento estoico

Marco Aurelio


    Al igual que en Epicuro, los estoicos se acogen a la división académica de la filosofía en tres partes: lógica, física y ética. La lógica es el medio para proveer el criterio de verdad en el que sustentar la ética, que para los estoicos es la cúspide de dicho sistema de pensamiento. En coincidencia con los epicúreos, la fuente de conocimiento comienza en la sensación (aisthéseis), es decir, se obtiene de la impresión que dejan los objetos en nuestros sentidos. Estos sentidos, coordinados por el hegemonikón, transmiten al alma las sensaciones a través de cinco pneumas. La representación engendrada en el alma mediante esa impresión es una representación verdadera, ya que parte de los sentidos, pero es aún necesario que se produzca la aprobación del logos que hay en nuestra alma (synkatáthesis). Si nuestro logos la acepta, se produce la aprehensión o katálepsis. Esta verdad es en sí algo corpóreo y material que hay en nuestra alma y que da lugar a los conceptos. Así, Zenón establecía que esta adquisición del conocimiento se dividía en cinco etapas: presencia (ἔξιϛ), potencia (δὐναμιϛ), representación (φαντασία), comprehensión (κατἀληψιϛ) y asentimiento (συγκατἀθεσιϛ). Crisipo distingue tres clases de representaciones: las creíbles y seguras (πιθανἠ), que expresan un hecho objetivo y actual; las no creíbles ni seguras (άπίθανοϛ), que expresan un hecho que es objetivamente no real; y las no creíbles ni increíbles, que son aquellos que no podemos comprobar objetivamente. 
    Además de las representaciones que tienen origen en los sentidos, los estoicos admiten la existencia de conceptos generales o énnoiai, cuyo origen es una representación del entendimiento. A diferencia de las ideas platónicas, estos pre-conceptos o prolépsis, tienen como fundamento la realidad material que nos rodea, y son universales, en el sentido de que son innatos al pensamiento de todo hombre (distintos a los universales aristotélicos o a las ideas platónicas). Por lo tanto, en el proceso de adquisición del conocimiento hay un proceso pasivo, consistente en la recepción de la información sensible, y un proceso activo, que es la aceptación de éste por nuestro logos.
    Cicerón resume bien cuál es este criterio de verdad: “Si de tal modo se comprendía algo que no era posible desarraigarlo por medio de la razón, Zenón lo llamaba ‘ciencia’; en caso contrario ‘ignorancia’”. Vemos, pues, que no hay sitio para la doxa (opinión), no hay estadio intermedio entre el conocimiento y la ignorancia.
    Pero la lógica estoica va más allá de ser una forma de aprehensión de la realidad y una teoría del conocimiento. Los enfrentamientos con la escuela platónica los obligó a menudo a practicar la dialéctica, y también la retórica, de las que distinguieron tres tipos: deliberativa, judicial y economiástica. No es extraño, pues, que dieran importancia, por un lado a la lógica proveniente del peripathos (aunque, como veremos, con diferencias) y, por otro, al lenguaje.
    Si la sensación y el logos son un criterio de verdad, también lo es la lógica, en el sentido más actual del término. Los estoicos prescinden del silogismo deductivo, como los de la escuela peripatética, construidos sobre proposiciones universales en las que los estoicos no creen. Se centran en el estudio de un tipo de silogismo deductivo de tipo hipotético y causal en lugar de universal, más cercana a la lógica actual. El esquema general del silogismo estoico sigue la siguiente estructura:

    • Si p entones q; hay q, entonces p.

    Introduciendo el concepto de negación (en el sentido de la actual lógica), del anterior esquema derivan otras estructuras:

    • Si p, entonces q; no hay q, entones no p.
    • No p, entonces q; hay p, entonces no q.

    También usaron la disyunción para obtener silogismos del tipo:

    • O p o q; p, entonces no q.
    • O p o q; no q, entonces p.

    Además de los avances en lógica formal, fueron importantes las contribuciones de la lógica estoica al propio lenguaje o como ellos lo llaman, ciencia del discurso racional, que dividen en retórica, que pretende la expresión apropiada de los razonamientos, y la dialéctica, como un método de llegar a la verdad. Los aportes por parte del estoicismo a lo que hoy llamamos gramática, como parte del estudio de la lengua, son muy importantes. Hasta el punto de que son el punto de partida de ésta. Fueron, seguramente, los primeros en diferenciar entre “lo pensado” y el significado de “lo dicho”. Diferencian tres partes en el proceso del lenguaje. Cuando hablamos lo hacemos usando un código que a la postre es material (voz o escritura) y que constituye el significante o tò semaínon. Al decodificar ese código se obtiene el significado o tò semainómenon. Lógicamente, lo que se dice (tò lektón) es siempre referente a una cosa, pensamiento o imagen mental, que es el tercer elemento en este proceso del lenguaje. Ha de hacerse notar que, en un sistema fundamentalmente materialista como es el de los estoicos, el significado es un elemento incorpóreo y que, por lo tanto, habita un plano diferenciado (aunque sí será material el efecto que puede producirse en el alma del receptor).
    Respecto a la construcción de los enunciados usados en la comunicación, utilizan una jerarquía en cuya cúspide están los enunciado incompletos, que pueden ser sujetos o predicados. La combinación de estos sujetos y predicados dan lugar a enunciados completos, que a su vez, darían lugar a las proposiciones. Como hemos visto, estas proposiciones son usadas para llegar a conclusiones a través de los silogismos, por lo tanto, no es de extrañar que distingan entre proposiciones verdaderas y proposiciones falsas. Aunque también existen enunciados en los que no tiene sentido afirmar que sean verdaderos o falsos, como un saludo o una pregunta. Siguiendo la jerarquía, las proposiciones, a su vez, pueden ser simples cuando tienen un sólo predicado, o compuestas si tienen más de uno. Otra forma de crear proposiciones compuestas a partir de otras simples es mediante las partículas conectivas, que dan lugar a tres tipos de proposiciones: condicionales, conjuntivas y disyuntivas.
    Como ya se ha dicho, las proposiciones pueden ser verdaderas o falsas, y para poder distinguir la falsedad o veracidad de estas, los estoicos hacen uso de los criterios de verdad y del silogismo, de los que ya hemos hablado. Es también importante recordar que en el sistema estoico, el logos, esa razón universal que lo impregna todo, está también presente en todo el proceso del lenguaje, desde la idea o la representación mental que se quiere transmitir hasta lo propiamente dicho (tò lektón), por lo que no debe sorprender que haya una correspondencia directa entre “lo ente” y su significante. Así, la palabra es reflejo natural de lo que se dice en virtud de ese logos. Es decir, los nombres de las cosas se adecuan naturalmente a aquello que designan, yendo en este punto en contra de la doctrina aristotélica de que los nombres se asignan de forma convencional.
    Si hemos de comparar la lógica estoica con otra doctrina, esta sería la de Epicuro. El epicureísmo trata de aportar también soluciones a la búsqueda de un criterio de verdad, una gnoseología o teoría del conocimiento, aunque lo hace de forma diferente: sin usar el silogismo, a través de los que Epicuro denomina Canónica. Se trata de una forma de conocer el mundo y de dirimir aquello que es bueno o malo para esa felicidad epicúrea. Para los estoicos, ese logos que reside en el alma humana está en conexión con el logos global, permiten llegar a esa comprehensión y asentimiento de lo percibido.  Esto, para los epicúreos se corresponde con la claridad o enárgeia.
    Coinciden en reconocer los sentidos, receptores de una realidad corpórea, como fuente de conocimiento. Para Epicuro, el mundo es cognoscible mediante los sentidos, arracionales y objetivos, que nos muestran la realidad tal y como es.
    Como Zenón, también Epicuro nos habla de pre-nociones (prolepsis), en virtud de la percepción repetida de los objetos por nuestros sentidos. Cuando vemos repetidamente diferentes individuos de un mismo objeto, acabamos creando el concepto de ese objeto en nuestra cabeza (por ejemplo, la percepción repetida de diferentes caballos darán lugar al concepto de caballo).

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